Familias enteras confinadas en sus casas, el tele trabajo como alternativa laboral, cumpleaños por videollamadas y casamientos ante no más de dos personas. Los días, definitivamente, no son los mismos. Testimonios de una nueva cotidianidad.
Un nene de no más de 5 años anda en bicicleta en la terraza de su casa. En un balcón cercano alguien toma mate y observa el vacío de un barrio que ahora le parece lejano. Unos metros más abajo, ya en la calle, un patrullero advierte a los pocos que deambulan por la ciudad que quedarnos en nuestras casas es, hoy, la única vacuna capaz de controlar la propagación del coronavirus en el país.
A una semana del comienzo de una cadena de medidas y restricciones cuyo último eslabón es, hasta el momento, el aislamiento social obligatorio, LA CAPITAL reunió una serie de testimonios que reflejan los cambios que los marplatenses sufrieron en sus vidas.
Sin clases
La primera, y sin duda una de las que más modificaciones implicó en el día a día, fue la suspensión de clases. Acomodar agendas, cronometrar horarios y modificar rutinas fue todo un desafío, al igual que mantener a los más pequeños no solo ocupados en el interior de sus casas, sino también intentando no perder el camino de aprendizaje que estaban comenzando a transitar.
Por ejemplo, Rocío y Ulises, padres de Benicio (4), tuvieron que hacer uso de algunos beneficios que dispuso el Gobierno nacional para poder cuidar de su hijo.
“En nuestra casa, la cuarentena empezó a partir del martes, cuando al ser yo empleada del Estado me dieron la licencia por cuidado de menor. Ulises, como trabaja en el sector industrial, siguió trabajando hasta que se decretó la cuarentena total”, explicó a LA CAPITAL Rocío.
Según señaló, la situación la están manejando “bastante bien”, aunque intentan “limitar el exceso de pantallas”, sobre todo de Benicio. “Pero la verdad es que estamos relajados con eso porque entendemos que este es un paréntesis en nuestras vidas, que esto no es lo habitual y que no vamos a ser ni mejores ni peores padres por lo que pase en estos días”, señaló, intentando dejar de lado cualquier tipo de presión que no haría más que aumentar angustias en tiempos de incertidumbre.
En este sentido, y para que la vida no cambie tan de golpe, intentan seguir algunas rutinas, hacer juegos en conjunto pero, también, disfrutar de los momentos de soledad. “Dentro de lo que podemos, buscamos esos espacios para cada uno. Benicio juega o lee en su habitación, mientras que nosotros hacemos los mismo”, dijo, y agregó que “ayudó muchísimo” contar con una pequeña terraza en su casa.
Las tareas que las maestras del jardín enviaron, sumado al programa aportado por el Ministerio de Educación de la Nación “Seguir Educando”, forman parte de las actividades diarias. También se suman el cocinar en familia y leer cuentos por videollamada con los abuelos y tíos. “Esos momentos nos salvan a todos”, dijo, al tiempo que le aseguró que le genera intriga qué ocurrirá en un futuro cercano.
Tele trabajo
El incremento de la cantidad de casos confirmados, sumado a las recomendaciones por parte de las autoridades sanitarias de evitar aglomeraciones de personas, llevó a que varias fueran las empresas que, por primera vez en su historia y porque su tipo de negocio lo permitía, comenzaron a implementar el tele trabajo o también conocido como “home office” (casa y oficina en inglés).
Magalí, una contadora pública que trabaja en el área contable de una empresa gastronómica, contó a LA CAPITAL su experiencia utilizando la modalidad remota por primera vez.
“Fue extraño, pero necesario. Hasta el momento, solo lo implementamos el jueves y el viernes, y seguiremos así hasta el final del aislamiento obligatorio aunque, por el rubro en el que estoy, el trabajo ha bajado mucho”, señaló a LA CAPITAL, al tiempo que aseguró que se forzó a mantener ciertas rutinas.
“Me levanté, me cambié y arranqué mi día laborar al mismo horario de siempre. Lo que sí fue muy extraño fue tener que hablar con compañeros con los que nos veíamos todos los días a través de una pantalla”, aseguró. Los próximos días son para ella, también, una incógnita.
Cumplir en cuarentena
Marina tenía previsto celebrar sus 32 años a lo grande. Sábado, fin de semana largo, pronóstico más que óptimo y la disponibilidad de una casa alejada de la ciudad para poder pasar unos días de asado, pileta y disfrute con amigos, muchos de los cuales venían directo de La Plata en micro o tren. Pero nada de eso sucedió.
Unos días antes de que el aislamiento se convierta en obligatorio, Marina ya había comenzado a tomar medidas. “Mi novio es asmático y tuvo que pedir licencia por ser población de riesgo. Para no exponerlo a él, porque no tenía sentido que yo entrara y saliera todo el tiempo, pedí trabajar desde casa”, aseguró. El cumpleaños, por supuesto, fue cancelado, aunque el decreto presidencial luego lo ratificó.
Si bien le dio tristeza la suspensión de planes, Marina aseguró que su preocupación, hoy, corría por otro lado. “Son muchas sensaciones. Hay tristeza e incertidumbre por lo que pueda pasar. Mi cumpleaños es algo mínimo, en el medio de medidas que son necesarias”, indicó.
Así y todo, y dentro de un devenir de días similares, Marina logró tener una jornada diferente. “Hice muchas videollamadas, me mandaron fotos de carteles, comimos con mi novio un rico asado que reservamos especialmente para hoy. Fue un cumple raro. Extraño mucho a mi familia y a mis sobrinos. No verlos me partió un poco al medio“, concluyó.
Casamientos y reencuentros
Algunas restricciones comenzaron a regir incluso hace más de una semana. Como la normativa provincial que prohibió el ingreso al Registro Civil a todas aquellas personas que no fueran los novios o los testigos de casamiento.
Así, Betiana y Marcelo se enteraron la noche anterior a su casamiento, el jueves 12 de marzo, que no iban a poder compartir con familiares y amigos ese momento. “La jueza, que conocíamos, nos mandó un mensaje y nos contó sobre la nueva disposición. Así que así fue, solo entramos nosotros, los testigos y un camarógrafo, para al menos tener una imagen de ese momento tan especial. Afuera, nos esperaron todos”, señaló.
Y si de celebraciones se trata, los reencuentros, que suelen siempre muy esperados, también sufrieron cambios. Un grupo de jóvenes marplatenses recién llegadas de la experiencia de Work And Travel en Estados Unidos tuvieron que dejar para más adelante el abrazo con los suyos. En cambio, tras arribar al país, se dirigieron a una casa cuyos padres habían abastecido previamente de comida y demás víveres. Según pudo saber LA CAPITAL, las videollamada son moneda corriente, mientras que sólo mantienen con firmeza una rutina: tomarse la temperatura a la mañana y a la noche.
La vida como la conocíamos hace poco más de una semana cambió. Mientras el país y el mundo batalla contra un “enemigo invisible”, la población encuentra resguardo en el interior de sus casas y busca manera de colaborar contra lo desconocido. Recitales virtuales, bibliotecas digitales gratuitas, guía de rutinas de ejercicio por Youtube o simplemente llamados telefónicos son herramientas que hasta ayer eran parte de lo nuevo y hoy motor indispensable para acatar la técnica más eficiente: quedarnos en casa.